24 de septiembre de 2008

Víctor Manuel - Traigo la camisa roja / El abuelo Víctor / La planta 14


Traigo la camisa roja
Trailarai larai, trailarai
Traigo la camisa roja
Trailarai larai, trailarai
De sangre de un compañero
Mirá, mirá Maruxina, mira
mirá como vengo yo.
De sangre de un compañero
Mirá, mirá Maruxina, mira
mirá como vengo yo.

Sentado en el quicio de la puerta
el pitillo apagado entre los labios
con la boina calada y en la mano
una bara nerviosa de avellano
que recuerda su frente, limpia y clara.
Quizás la primavera deshojada
el olor de la pólvora mojada
o el sabor del carbón mientras picaba.
El abuelo fue picador allá en la mina
y arrancando negro carbón quemó su vida.

De sangre de un compañero
Mirá, mirá Maruxina, mira
mirá como vengo yo.
De sangre de un compañero
Mirá, mirá Maruxina, mira
mirá como vengo yo.



En la planta catorce del pozo minero
de la tarde amarilla tres hombres no volvieron
hay sirenas, lamentos, acopasados aies
a la boca del pozo.

Dos mujeres de luto anhelando dos cuerpos
y una madre que rumia su agonía en silencio
es el tercero.

A las diez la luna clara
se refleja en las sortijas del Patrón recién llegado
con sombrero, gravedad y su aburrido gesto.
El ha sido el primero, vendrán gobernadores
alcaldes, ingenieros.
tratarán de calmar,
la presentida viuda que se muerde el pañuelo
no sabrán acercarse a la madre que les mira
con los ojos resecos.

A las doce el patrón mirara su reloj
los otros ya se fueron
y en un punto y aparte esbozará un fastidio
mientras piensa ¿pero donde están estos?

Ha llegado otro relevo de bomberos
y la una menos diez era la noche
el primero muerto
Sentados en el suelo, los mineros
se hacen cruces y reniegan de Dios
quién diría les pillara de sorpresa la tragedia repetida
a veces el más bravo se le queda
mirando fijamente al patrón
con dientes apretados
Y el patrón con sombrero,
tiene dos policías a su lado no hay cuidado

Tres horas lentas pasan
a la luz de las linternas asustadas
el cura con los ojos arrasados
al segundo le va uniendo sobre el pecho las manos
y un chaval de quince años
mientras llora impotente se abraza contra un árbol
y el chófer del patrón con su gorra de plato
se siente desplazado, es un hombre prudente,
bien domado.

El rocío ha calado hasta los huesos cuando sale el tercero
le recibe con sonrisa gris azul la madrugada
y con voces los mineros
mientras se abrazan todos y uno de ellos
el mas fiero por no irse al patrón
llora en el suelo.

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